Ex Libris. Centenario Castillo-Puche

Ex Libris. Centenario Castillo-Puche

Este año 2019, el 4 de julio es el día que José Luis Castillo-Puche hubiera hecho cien años y el 2 de febrero ha hecho quince años que nos dejó. El curso pasado hizo 25 años que al IES Castillo-Puche le pusieron su nombre y este año hará treinta y tres que se lo pusieron a una calle de Yecla. También hará 70 del primer intento de publicar “Sin camino“ que se publicaría siete años después en Buenos Aires, 60 años que se publicó “America de cabo a rabo”, 30 años de la publicación de “El pequeño mundo de Pascualico” editado po el “Ateneo Literario de Yecla”, 13 del estreno de “El muro” en el Teatro Romea de Murcia,27 que fue nombrado “Hijo Predilecto de Yecla”, 13 que se constituyó la Fundación que lleva su nombre,… Entre tantas cifras y números redondos no estaría mal que tomaran vida sus palabras sin esperar a los treinta o cuarenta años de la muerte de un escritor para volver a leerlo, que decía el otro día Juan Eslava Galán que se suele hacer. Y así podremos hojear ese libro que la madre de un amigo nos regaló por un cumpleaños para que supiéramos que, detrás del nombre del Instituto, al que acudíamos cada mañana y en el que pasábamos horas y horas, había un escritor que nos ayudaba con su “Pascualico” a identificar paisajes reales de Yecla y a ponerle otra voz a esas “batallitas” que nos contaban los abuelos, ese libro que lleva una dedicatoria especial, firmada por el propio Castillo-Puche “a los zagales de mi pueblo”; o abrir ese otro libro en el que aparece la imagen de “La Torre de la Iglesia Vieja” en llamas, en la edición de Martín Martí Hernández, para comprobar que esa pintura de la portada de la profesora de dibujo del “insti”, Victoria Carpena, es muy apropiada a la sinrazón que se relata en el interior con palabras, e identificar de nuevo paisajes de Yecla como el de “la torre de las caras” que cobran un nuevo significado cuando se participa en alguna ruta para conocer Yecla; o echar mano de esos escritos, diseminados en periódicos, quizás, con la idea de emular a los viajeros del siglo XIX, y después recopilados en alguna unidad textual, que hablan de otras tierras adonde mirar, otras tierras descritas con sus anécdotas, sus impresiones, sus contactos y su forma un tanto frágil de viajar en la precariedad de los desplazamientos de entonces, esas tierras que, ahora, sesenta años después cobran nuevo interés por el intercambio de sus habitantes y la necesidad que conlleva de apropiación e integración de diversas culturas. Sin olvidarnos de buscar entre otras páginas la descripción de la angustia y el miedo de sus personajes, el dolor y la rabia que trasmiten al lector, los problemas de la existencia, la inseguridad, la sed de venganza, las contradicciones del pensamiento, el catolicismo y las dudas que plantea, las obsesiones, el ambiente y los personajes de Yecla,… temas que se abordan en sus novelas. Y, quizás, nos sintamos sorprendidos por los seudónimos utilizados en su trayectoria literaria, Juan de Loaysa o Gracián Loaysa, con los que escribía en Correo Literario o con los que presentó algunas de sus obras, un apellido de raigambre murciana como Loaysa que resulta conocido en pueblos como Petrer, Jumilla o Banyeres de Mariola por las vicisitudes históricas de relación con Jaume I “El Conqueridor” y Alfonso X “El Sabio”.

De momento, los homenajes por el Centenario han empezado con un bonito marca-páginas diseñado por Ángela Romero Forte, otra profesora de dibujo del “insti”, que entregaron en “La Fiesta del Libro” que es la concesión del “Premio de Novela Corta José Luis Castillo-Puche”, un evento que al propio Castillo-Puche le hacía mucha ilusión y que también cuenta con una cifra que añadir al listado del principio, XXVI ediciones. Siguieron con un especial en el suplemento “Ababol” del periódico “La verdad” de Murcia del sábado 16 de febrero, en el que han participado con los textos Manuel Madrid, José Belmonte Serrano, Óscar Barrero Pérez, Liborio Ruiz Molina y Martín Martí Hernández junto a un buen despliegue de fotografías, para reconocer y acercar la personalidad de Castillo-Puche que fue escritor, periodista, corresponsal, biógrafo, ensayista, editor, profesor, viajero,… y aspirante, en hasta cuatro ocasiones, a un sillón de la Real Academia de la Lengua.

Y después, tiempo habrá, posiblemente, de afrontar y hablar de alguna de sus obras en los “Clubs de lectura”, o anónimamente en alguna tarde hogareña, o quizás, en una original quedada en “El Mirador del Barrio del Peñón”, al caer una de esas tardes que apetece disfrutar con un libro en la mano esperando la refrescante luz de la luna,… y podremos imaginar entre las líneas de sus libros otras miradas y otras formas de apreciar sus conocimientos, otras inquietudes y otra visión de una realidad compleja, para definir a una persona que quiso también ser personaje en algún punto de su escritura, con una huella que poco a poco irá rellenando una percepción caleidoscópica que permita poner negro sobre blanco una vida curiosa llena de libros, artículos, novelas, relatos, escritos, amigos, amistades, viajes, conferencias, clases, charlas, eventos, presentaciones literarias, actos sociales, vivencias y actuaciones que ocuparían más de un libro como ya dejó expresado en “Castillo-Puche: Trayectoría de una liberación”, Mª Carmen Maldonado Ortega hace 15 años, una nueva cifra redonda para añadir a las del encabezamiento, y con una frase que ella extrajo  del libro “Sin camino” con la que, tal vez, José Luis Castillo-Puche quiso definirse en algún momento de su escritura: “Soy un ser raro. ¿Cara de bondad o de malicia? No sé. Unas veces resignado, tierno; otras hermético, duro”

M. Esperanza Esplugues M. Febrero, 2019

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